jueves, 18 de septiembre de 2014

El gran salt - Manel

A veces tengo miedo. La mayoría de las veces, si te soy sincera.
A veces tengo miedo de la muerte, como supongo que a la mayoría de vosotros, pero sobre todo temo la vida. Mucho.
Me da miedo vivir.

Especialmente me da miedo la parte viva de la vida. La parte de la cuerda floja y el salto al vacío, la de los ojos cerrados y el equilibrio sobre la punta de un dedo. La de ahora o nunca. La de verdad.
Me da miedo vivir de verdad. Vivir de cara y con todas las consecuencias. Me da pánico.

Es profundamente triste eso.

Normalmente consigo esquivar ese miedo haciendo cosas poco valientes. Moviéndome en esa línea finísima entre la cobardía y la prudencia. Sonriendo pequeño y manteniendo siempre un pie en el suelo. Incluso cuando corro. Tuve que dejar de volar para conseguir esto último, pero no me importó. Creo que porque no me di cuenta de que había dejado de hacerlo. Porque olvidé que cuando más seguro te sientes es cuando estás jugando a todo o nada.

Así que hice el doctorado en empates, en tablas, en amistosos. Me especialicé en nada.
Y me iba bien.
Al menos, no notaba lo mal que me iba.

Hasta que llegaste tú.
Y sonreíste.


1 comentario:

Anónimo dijo...

el valor de reconocer el miedo te pertenece. te quiero mucho.mum.