viernes, 20 de septiembre de 2013

Papá cuéntame otra vez - Ismael Serrano

Me han dicho que te vas.

De hecho, no. Me han dicho que te has ido. Sin avisar. Sin despedirte. Sin preguntar si estamos de acuerdo o no. Sin piedad ninguna.

Te has ido y ya. Te has ido y está bien. Porque es lo que tiene que hacer la gente libre. Irse. Y me alegra que seas libre.

Pero podrías haber avisado. Haber mandado un correo, dejar una nota, no sé, poner un aviso en el periódico. "Oid, personas que me queréis, me voy". No te costaba nada, es menos de una línea.

En fin. Habría querido que me vieras con el pelo corto. Que pensarás que he crecido. Que te alegraras de mí, igual que yo hoy me alegro de ti, aunque te vayas. Que comprendieras que tienes el superpoder más mágico del mundo. Que vieras que has conseguido que pensemos. Habría estado bien haber podido darte las gracias. Por el libro que me dejaste, por el punto y medio que me subiste, por sonreír tan poco, por reír tan gracioso. Por querer cambiar el mundo. Hubiera estado bien decirte adiós.

O, bueno, no. Quizás eso no. Creo que no me hubiera gustado nada decirte adiós. La verdad es que lo que me hubiera gustado es seguir pensando que estarás siempre. Es más fácil vivir si sabes que no es necesario decirle a la gente que quieres que les quieres. Es bastante más sencillo.

Pero si hubiera sabido que tendría que hacerlo, me hubiera gustado haber podido.

De todas formas, da igual.
No estás ya. Me lo han dicho. Y además me lo creo. Porque tenías ganas de irte. Pero podrías haber avisado. Porque tenía un abrazo para ti. Guardado desde hace tiempo, esperando el momento adecuado. El momento adecuado, que es una de esas cosas que nunca vienen, pero siempre se van.


Como tú. Que te has ido. Y a ver qué hago yo ahora con un abrazo en el bolsillo.

Con lo que pesan.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Do as I want - Smile (Segunda parte)

Cada año hago una lista de cosas que quiero hacer en verano. El verano son muchos días pero pasan rápido, por eso apunto lo que quiero hacer, y lo que he hecho. Y el primer día de curso, hago balance. Este año, me ha salido una lista nueva.

Cosas que no pensaba hacer este verano: 
(y que me alegro de haber hecho)

-Ir a Málaga
-Aprender a hacer rastas
-Inscribirme en el registro de donantes de médula ósea
-Montarme en el "Salto del especialista" y en la lanzadera en la Warner.
-Conocer a Joaquín Sabina
-Abrazar a Albert Espinosa
-Celebrar mi cumpleaños
-Entrenar con Victor García
-Correr con Chema Martínez. El tiempo que mis pulmones y mis piernas le aguantaron el ritmo.
-Despedirme de un imprescindible
-Correr 9km sin parar y sin fallecer al final.
-Descubrir que la carrera que estudio es la carrera que quiero estudiar.
-Escribir una lista de cosas que no pensaba hacer este verano.

martes, 3 de septiembre de 2013

... - Alondra Bentley

He pensado en cuando nos encontrábamos el primer día de colegio. Con la mochila vacía y los zapatos todavia limpios. Con unos pantalones cortos recuerdo de las vacances ya pasadas.

Llevábamos todo el verano viéndonos. Perdiéndonos y encontrándonos entre las calles y la playa. Cruzándonos de vez en cuando. Aburriéndonos de sentirnos libres.

Pero llegaba ese segundo lunes de septiembre, y ese madrugar frío y de pronto extraño,
y éramos nuevos otra vez.

He pensado que era bonito. Que me gustaba bastante.
No llegábamos juntos. Normalmente tú llegabas antes y yo, bueno, yo siempre llegaba tarde.

Y nos encontrábamos. Nos encontrábamos como por primera vez y nos mirábamos y era como si nos sorprendiéramos de vernos. Como si nos alegráramos de re-conocernos de nuevo.

He pensado en ese año que llegamos casi al mismo tiempo y nos encontramos antes de llegar. Entonces  aún era verano.

Creo que todo lo que pasó aquel año, fuera lo que fuera, ocurrió porque tú y yo nos encontramos en el camino, vestidos de colegio, pero antes de la hora. He pensado que es posible que ese desajuste raro fuera la causa de tsunamis, terremotos, ciclones y tornados. O, yo qué sé, quizas no.

Pero podría ser. Porque recuerdo que aquel día, cuando nos encontramos antes de entrar, cuando entramos juntos, cuando nos abrazamos y nos sonreímos con una insólita timidez, aún éramos nosotros .

Y eso suele cambiarlo todo.