Antes de ir a dormir mira por la ventana una última vez para soplarle a la luna. Cierra los ojos, infla los pulmones y deja escapar el aire lentamente concentrada en su deseo para el día siguiente. Cuando vuelve a inspirar, puede sentir su cuerpo cargarse de vida.
Aún así le costará dormirse, como siempre. Soñará con su abuela, que la llama chiqueta, y despertará con una sonrisa en los labios y el sol en los ojos. A primera toca historia. Y llega tarde.
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