viernes, 22 de marzo de 2019

Anhelando iruya - Perota Chingó

Había hoy un colirrojo tizón posado en la mesa de la terraza.
Mientras yo desayunaba café quemado y tostadas frías, él se comió las migas que quedaron de aquella noche.
Me ha parecido poético, ya ves. Un pájaro negro, pequeño, delicado y tímido, devorando uno a uno los restos de lo que tú y yo somos. Éramos, supongo. Haciéndonos desaparecer.

Desayuno en silencio mirando como un pájaro con nombre de criatura fantástica devora a tus hijos y pienso que tal vez no quedaba en casa nada más de ti ya que migas de pizza.
Nada más, he lavado hoy las sábanas.
Nada más, he tirado las flores de la mesa.
Nada más, me estoy comiendo como el colirrojo el medio aguacate que quedaba en la nevera.
Pienso que no sé si te echo de menos a ti o es sólo que me da miedo no volver a ser feliz. Tan feliz, quiero decir.

Son casi las diez. No ha salido el sol, ni va a salir. Sale poco el sol últimamente.

Mañana hay un eclipse de Luna, vimos el último juntos. En verano. En pantalón corto, felices. No creo que te acuerdes, no creo que me llames. Creo pocas cosas últimamente.

No sólo no va a salir el sol, sino que además está empezando a llover. El colirrojo se queda quieto, mojándose. Sin saber qué hacer. Preguntándose si merece la pena mojarse las alas por las pocas migas que quedan. Como yo.

Me acerco a la ventana, para abrir, por si quiere pasar. Sigue lloviendo. Creo que me mira. No sé si me ve. Abro, un poco, haciendo apenas ruido.

El colirrojo se asusta y vuela, como tú.
Lo veo volar y se me saltan dos lágrimas. Por fin. Tenía ganas de llorar, ya ves.

Cuídate. Digo y sé que no me oye.
Pero me da igual. Me importan pocas cosas últimamente.

Texto premiado en el XXV Concurso de Literatura Epistolar de Calamocha (que está en Teruel)