jueves, 16 de febrero de 2012

Teardrop - Massive Attack

Yo empecé a ver House cuando tenía 12 años. Cuando tenía 12 años escuchaba el Canto del Loco y Amaral, hacía atletismo, escribía un diario (que NO se llamaba Mi Diario ) y soñaba a partes iguales con participar en las Olimpiadas de 2012 y recibir una carta de Hogwarts.
Ahora tengo 17. Con 17 años y una forma física semi-pasable ya no se sueña con lo mismo que con 12. Sé que no llegará nunca una carta firmada por la pluma verde de Albus, sueño con ver la carrera de 100m desde la grada en las Olimpiadas de Londres  y ya no sigo a Dani Martín sino a su primo que es mucho más indie.
Podría haberme convertido en una believer loca, en una friki (no confundir con freak, porque eso sí lo soy ), en una atleta de élite o en una lectora voraz de libros de la calidad literaria de Crepúsculo o la saga "quiero casarme contigo" ( Perdona, pero quiero casarme contigo.... ¿Sabes que quiero casarme contigo?.... No sé si te lo he dicho ya pero quiero casarme contigo, etc etc etc ). Pero no lo soy. Me salvó House.
En medio de todo eso que yo amaba apareció un señor medio cojo, gruñón, desaliñado y amargado, que tenía, como la tónica que él anunciaba, un punto amargo. Pero que (igual que la tónica) también era sexy.
Un señor irónico, sarcástico y sagaz. Ágil, inteligente y músico. Un señor que, pese a tener aspecto de perro callejero, hacía que no me importara dormir poco los martes y llegar tarde a clase los miércoles por la mañana.
Ahora, tengo 17 años y House se acaba. El final de House se une al estreno de la última película de Harry Potter, la separación de El Canto del Loco, y el hecho de que Madrid consiga antes una JMJ que las olimpiadas.
No sé si esto que me pasa es madurar, si estoy cruzando esa línea (gruesa) que separa la infancia de la adolescencia, o la adolescencia de la juventud o no tiene nada que ver con todo esto.
Solo se que hoy estrenan el primer capítulo de la última temporada de House, la serie que me ha ayudado a convertirme en lo que soy. Y voy a verlo.

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